Mi reflexión

Estamos frente a una nueva generación: la generación Z, que construye el conocimiento a través de la imagen. Mi generación ( tengo 44) lo ha hecho a través del lenguaje escrito. Además la interactividad, la inmediatez y la simultaneidad están presentes en todo: si no me contestás el llamado en 5 seg, te corto, si la respuesta no la encuentro en 1 seg, cambio de página. Por otro lado, los chicos juegan a la Wii, se comunican con varias personas al mismo tiempo, bajan música, envían mensajes de texto con rapidez...¿Qué pasa en el aula? ¿Cómo son los tiempos? Como a principios de siglo, el maestro sigue leyendo frente a la clase, presentando el mapa plano cuando el mundo es redondo y hoy pueden encontrar no sólo sus casas, sino calles en 3D con Google Earth.
¿Y los chicos? Distraídos, aburridos. Y si tienen computadoras... ¿las están usando o siguen distraídos con video juegos? He aquí el gran desencuentro entre el alumno y la escuela.
No sé ustedes, pero yo necesito disfrutar de las horas que estoy con mis alumnos. Si los chicos se aburren, me aburro yo también. El currículo está y hay que cumplirlo, pero si además logramos incluir como objetivos el desarrollo de las habilidades sociales y comunicacionales estaremos preparando verdaderamente a los alumnos del siglo XXI, además de aprender a usar nuevas herramientas y disfrutar con ellos de propuestas mucho más entretenidas y enriquecedoras para todos. Para nosotros también.
La computadora en la clase permite dignificar la labor del maestro convirtiéndolo en guía de sus alumnos, ayudándolos a construir su propio aprendizaje y al mismo tiempo profesionalizar nuestra tarea. Una razón más para iniciar el cambio. ¡A tecnologizarse entonces!